jueves, 3 de julio de 2014

De summer vacations!!

Holaa!! Bueno debería decir adiós. Sólo es temporal, vale? En menos de un mes volveré de la playita...
Hasta prontoo!!

Kisses :3

sábado, 17 de mayo de 2014

Holaaaa dragons!! Ya sé que hace mucho que no escribo, pero es que siempre me pasa lo mismo: me motivo para escribir pero al final, entre tento examen, deberes, y otras movidas no me da tiempo a hacer na´de na´... Además hace poco me fui cinco días a Andalucía con el colegio y ahí sí que no me dio tiempo a hacer nada... Bueno, aquí viene el cap. n.n

Kisses,







Tercer capítulo: metiendo la pata... hasta el fondo

Me despierto. Primero me desperezo; después voy al baño y me miro en el espejo. Tras lavarme la cara, me asomo por la ventana para comprobar una cosa que me preocupa. Es extraño, porque siempre que me levanto, pasa al lado de casa un camión de la basura. Me sorprendo al ver que no está... Voy corriendo al lado de la mesilla de noche y veo la hora en el despertador. Mierda... ¡Son las ocho menos cuarto! Si no me doy más prisa llegaré tarde a clase, la Madeleine me castigará y sabiendo cómo es, seguro que nada bueno. Voy a la cocina y me dispongo a prepararme el desayuno, pero como no me queda mucho tiempo, decido que lo mejor será  vestirme ahora y desayunar por el camino. Después de vestirme, me cepillo corriendo el pelo (y se me queda algún que otro enredo) y vuelvo a la cocina. Abro un armario no muy grande, situado en una esquina y cojo lo primero que veo: una barrita energética de las que se compra mi madre, para llevarse cuando se va a correr con sus amigas o al gimnasio de al lado. Mientras cierro la puerta del armarito, voy leyendo de qué es, ya que también soy un poco curiosa, y casi me da un algo cuando lo veo: pera y chocolate. ¡No! ¡Pera nooo...! La verdad es que no sé si mamá lo ha comprado por traición para tenerlas todas para ella o simplemente por gusto, aunque prefiero pensar que es por la segunda opción. No pienso ir a cambiarme el desayuno, me como esto y punto, así que me pongo el abrigo, me cuelgo la mochila al hombro, sujeto con una mano la maqueta que hice con mi mejor amiga y con la otra voy comiéndome mi desayuno-mierda; la barrita de la fruta que más odio con el dulce que más quiero. Al caminar por la calle la gente se me queda mirando con cara rara. Bueno, otros se aguantan la risa o, directamente, como  hacen algunos niños pequeñajos, se ríen o me señalan, como si fuera un mono de feria. Debo paracer una tonta, con la maqueta, la mochila, la barrita energética (a la que encima no puedo parar de mirar con cara de asco) y el abrigo que me deja al decubierto los hombros (ni siquiera me había dado cuenta al salir disparada de casa del calor que hacía...)Todavía quedan como unos once o doce minutos, ya que llevo andando unos cuatro o cinco.
-Mierda...-murmuro mientras me muerdo el labio inferior.
Y, muy de lejos, escucho muy de lejos la sirena. Ya está. Se acabó. Llegaré tarde... Aunque puedo faltar... Bueno, no, que dijo la Madeleine que sólo se puede faltar o llegar tarde sin que te regañen con un justificante firmado por tus padres. Y tampoco puedo falsificar su firma porque no me la sé... Ostia. Tengo que ir sí o sí...
                                                                            ♥
Tras caminar un montón, por fin diviso el instituto a lo lejos. Llego sin aliento. El conserje me recuerda lo tarde que llego... Como si no lo supiera.  Le contesto con un seco "sí", y me voy lo más deprisa que puedo. Aunque, ¿para qué? ¿Para conseguir medio minuto más? Si ya llego tarde, qué más me da.
Mientras entro en el gran edificio, y subo jadeando el par de escaleras que hay que seguir para llegar a clase, pienso, a la velocidad de la luz lo que me dirá nuestra tutora por llegar veinte minutos tarde. Y también en cómo puede ser que me haya quedado dormida y no haber oído el despetador. Ah, ya sé... Ayer me quedé hablando por el móvil con Mireia hasta tarde y tenía tanto sueño que me quedé frita en el sofá. Luego me despertó mamá, que, como siempre, llegó tarde, y me despertó; así que fui directamente a dormir, olvidándome completamente del despertador.
Sin darme cuenta, ya estoy delante de la puerta. Cierro los ojos, respiro hondo y llamo suavemente. Tras los tres golpes correspondientes, entro despacio y cierro con cuidado la puerta tras de mí.
-Ho-hola, siento llegar tarde...
-Ha llegado tarde, señorita Cruz, muy tarde.-me interrumpe nuestra amable profesora.
Soy incapaz de sostenerle la mirada. Por un lado, me entra la risa: nunca había visto a Madeleine tan enfadada, y está un poco ridícula frunciendo tanto el ceño y con su particular voz de pito y acento francés. Pero, por el otro lado, tengo un poco de miedo. Si está tan enfadada  será por algo. No quiero imaginarme el castigo que se me avecina. Sabiendo cómo se pasa y lo exagerada que es...
Sin poder evitarlo, miro hacia mi mesa. A su lado, Mireia me mira con cara extraña. Es como si me preguntase, sin palabras, por qué he llegado tan tarde. Tampoco puedo evitar mirar al otro lado; la mesa donde se sienta Iván. Pero descubro, no sin cierta sorpresa, que él no está. ¿Dónde...?
-Bien- prosigue Madeleine, consiguiendo que me sobresalta- siéntese en su sitio y ya hablaremos de su castigo antes del recreo, así que espéreme aquí después de que suene el timbre para hablar sobre ello.
De repente, alguien llama a la puerta. Toda la clase se gira hacia la entrada, atenta a la persona que va a entrar. ¿Quién es? Hmmnn... Ostras, creo que ya lo sé.Y debo decir que me gusta la idea.



jueves, 2 de enero de 2014

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:3 Kisses,
 






 

domingo, 22 de diciembre de 2013



 

¡Hola, dragons! Aquí os traigo el segundo capítulo, que, si os fijáis (no hace falta fijarse mucho), veréis que tiene algunas cosas que no son muy interesantes, y no os culpo. Eso sí, tengo varios motivos para defenderme: 

  • Es el segundo y todavía no llega lo más emocionante, sino un poco más adelante.   

  • He escrito algunas cosas que es importante saberlas para los próximos capítulos.


Bueno, no os distraigo más, que no termináis nunca; espero que os guste. Y por cierto, recordad que si queréis podéis comentar y decirme cualquier cosa.

Kisses,
   

 






Segundo capítulo: Alone (sola)

Cuando llego a clase saco el libro que me estoy leyendo, un libro un poco raro que todavía no entiendo muy bien. Empiezo a leer y ya voy por la octava página (me lo acabo de empezar) cuando Mireia interrumpe me interrumpe.
- No podemos quedar en mi casa para lo de los planetas, así que o lo hacemos en tu casa o en la biblioteca.- me dice.
- Ya, pues lo hacemos en mi casa hoy por la tarde- le respondo.
- Vale, se lo digo a mis padres a mediodía.- me dice con su habitual sonrisa.
Entonces me pregunto una cosa. ¿Ella puede ver y hablar con sus padres cuando quiera? Pues si era así qué morro tenía, porque yo no puedo ni hablar a veces con ellos. Mi padre es banquero, y gana mucho dinero pero nunca le puedo ver; casi siempre está de viaje en lugares remotos. Sólo llama para hacer dos preguntas: qué tal en el instituto y que si habiamos comido. Qué preguntas más idiotas... Y nada que decir de mi madre... Mi madre no trabaja, pero no es que esté en paro, es que no quiere porque no lo necesita, que ya tenemos de sobra con el dinero de mi padre. No parece importarle nunca si su marido está en China o en Japón. Lo único importante son sus amigas del gym donde iba a hacer yoga, su club de pádel, sus compras (otra vez con sus amigas del gym), su salón de belleza y no sé qué historias más. Y sus hijos un poco. Luego está mi hermana mayor, Johanna, que estudia Derecho pero se quedó a vivir en Madrid en su propia casa, la cual comparte con su novio. Viene a veces a visitarnos (bueno, más bien a visitarme porque mis padres, como ya he dicho, siempre están ocupados, si es que a lo de mi madre se le puede llamar "estar ocupado"). A veces, por no decir siempre, habría preferido no tener tantas cosas, ni paga semanal, y sí tener unos padres que me hicieran caso. Pero bueno, así es mi familia.
Durante las primeras tres horas del día hacemos todos los exámenes que la Madeleine nos había puesto; las notas que creía que iba a sacar eran:
Lengua: un nueve y medio más o menos.
Mates: un ocho y medio o un nueve.
 Francés: ¡no había dado en mi vida! Un cero como una catedral.
Inglés: un ocho u ocho y medio.

                                                       

 La mañana se pasa volando y por la tarde, a las cinco, suena la sirena. Piiiiiiiii. Todos recogemos nuestras cosas y tengo que esperar a Mireia porque, como siempre, es la única.
-Vamos, Mire, que tenemos que hacer muchas cosas...
-Sí sí, ya voy, es que se me habían olvidado el libro y el cuadreno de mates para hacer los ejercicios
esos de las ecuaciones...
De camino a casa, Mireia me pregunta:
-¿Están tus padres en casa?
Me dan ganas de decirle que mis padres no son como los suyos, que mi vida no es como en los anuncios en los que a veces aparece mi hermana (aunque mis padres sean guapos y tengan mucho dinero) y que casi nunca puedo ver a mis padres, pero me limito a contestarle que no.
-Ah... Pero puedes montar muchas fiestas, ¿no?
Mire, siempre buscándole el lado bueno a todo... Debería aprender muchas cosas de ella.
-Si, ya montaré alguna.
Al abrir la pesada puerta de casa, Mireia se queda boquiabierta.
-Wow, que casoplón que tienes...
-Sí, bueno, lo normal, 300 metros cuadrados de extensión para una solita.
-Oooohh, qué guay...
Me muerdo el labio inferior para no empezar a soltar tacos maldiciendo el trabajo de mis padres y sus montones de pasta y le digo a Mire que me siga a mi habitación. Dejamos tiradas las mochilas y nos quitamos los zapatos de cuero del cole.
Clavo la vista en mi póster de Los Juegos del Hambre, en el que salen Peeta y Katniss. Me acuerdo de aquel día (¡espera, fue ayer!) que soñé que iba a Los Juegos del Hambre con Iván. Odié esa sensación, ya que veía como me enfrentaba a un destino que ya estaba escrito y no podía hacr nada para evitarlo...
-Cori... ¡Cori, despierta, no te quedes enbobada!
-L-lo siento... ¿Qué decías?- Mireia y sus sustos-de-muerte.
-Agg, ¡nunca escuchas! Te decía que tenemos que conseguir un cartón para el cielo.
-Ah..., ah, claro.
-¿Y de dónde lo cogemos, lista?
-Aquí al lado hay una librería-digo, mirándola pensativa- creo que podemos preguntarle a la dependienta si tiene alguna caja.

                                                          ♥
En cuanto me dirijo a la dependienta, me sonríe y contesta:
-Sí, claro. Por cierto, ¿quieres comprar algo?
-Ehhh- Mire y yo cruzamos una mirada, y al final decido- sí, por favor. Once bolas de porexpán y unas estrellitas de pegatina, gracias.
-En seguida voy por ello...-dice, mientras se pierde por una puerta que debe llevar al almacén.
Cuando nos lo trae, le damos las gracias y salimos. Mientras, en la calle, Mireia me pregunta:
-¿Y ahora qué hacemos? ¿Vamos a tu casa a empezar ya o damos una vuelta? Recuerda que el trabajo hay que entregarlo dentro de dos semanas, así que tenemos tiempo... Por cierto, ¿no tienes un poco de hambre?
Lo terca que es a veces me hace gracia, pero he de reconocer que otras veces me pone mala... ¿Se dará ella cuenta o simplemente no lo nota?
-En mi casa no hay mucho que merendar, así que si quieres podemos ir a la cafetería que hay unas calles más abajo de mi casa.
-Vale. ¿Tienes dinero? Si no no te preocupes, que te lo pago yo y después me lo devuelves.- muy lista... ¿Sabría que íbamos a ir a una cafetería?
-No tengo, así que me lo prestas tú, ¿vale?
-Ok.
Mire se pide un donut de chocolate y un Nestea, y yo una palmera de chocolate y una coca-cola. Cuando pagamos, nos sentamos en una mesa de esas de las sillas altísimas y empezamos a comer.
-¿Te gusta la coca-cola?- pregunta Mireia.
-Sí, casi se podría decir que soy adicta...
-A mí es que no me gustan las burbujitas esas...
Nos reímos y a Mire se le sale Nestea de la nariz. Alguna gente, incluida un grupo de chicos y chicas aparentemente un poco más mayores que nosotras, se giran a mirar a mi amiga.
-Mire, para, que nos están mirando...-le susurro.
-Y a mí qué, si no les gusta lo que estoy haciendo, que se giren y punto, o que se tapen los ojos- replica.
Todos dejan ya de mirarla, y nosotras nos vamos.
En casa empezamos a pintar las bolas de porexpán, Mireia la Tierra y yo Marte. Cuando ya las tenemos, les pinchamos unos hilos de nylon y listo. Así con otros seis, y cuando voy or mi tercero le digo a Mireia:
-Puff, tía, no puedo más, vamos a parar un poco...
Debo reconocer que mi amiga es bastante trabajadora, aunque sea difícil de creer. Ha hecho dos más que yo
-Vale, si quieres podemos empezar a hacer el cielo.
-Sí, buena idea- admito.
Cubrimos el cartón con papel de regalo plateado y le pegamos estrellitas de muchos colores, y después pegamos los hilos de todos los planetas.
-Guau, está genial.
Para gustos los colores.
-Sí, bueno, no está mal...- yo soy sincera.
Le ponemos un pincho para poder colgarlo después en clase de las lámparas y ya lo hemos acabado. Y todo gracias a las bolas de porexpán, porque Medeleine nos había dado dos posibilidades de hacerlo: una, con bolas de porexpán de esas y dos, metiéndonos en no-se-qué página web, después imprimirlo y al final pegarlo. Menos mal que hay dos posibilidades
-Hemos tardado muy poco.
-Ya,- pienso un poco y se me enciende una bombilla encima de la cabeza- si quieres podemos hacer algo para matar el tiempo.
-Sí pero, ¿el qué?
Entonces me acuerdo de una cosa.
-¿¡Eh, hoy no eran los premios 40 principales?!
Mire me mira con cara rara.
-¿¡Ah, si!?- pregunta, emocionada- Y, ¿qué es eso?
No se qué cara me estará viendo ahora mismo, pero creo que me he quedado en shock o algo.
-¿¡Qué, no sabes lo que es eso?!- ella niega rotundamente con la cabeza- ¡son unos premios de música muy importantes, tonta!
-Yo escucho emisoras de dj, mix y música electrónica, me gusta lo movidito.-dice rápidamente.
Y entonces comprendo. La televisión de los 40 principales es de pago.
-Ah, bueno, da igual...- digo, restándole importancia- vamos a verlos y ahora los conoces.
Nos sentamos en el gran sofá de cuero negro y brillante, y el murmullo apagado de la tele indica que se está encendiendo. 

                                                              

martes, 19 de noviembre de 2013


¡Hola, dragons! Aquí está el primer capitulo. Espero que disfrutéis,  y os recuerdo que podéis comentar todo lo que queráis, por si es necesario que cambie algo del blog o algo de eso.

Kisses,

  

  



Primer capítulo: De mal en peor

 El despertador suena y lo apago de un manotazo. Refunfuñando, voy a la cocina y, arrastrando los pies, llego a la mesa. Me sirvo lo de siempre: mis Corn Flakes con leche de cabra fría y un zumo.
Mientras me lo como deprisa y corriendo, me acuerdo que la noche anterior no me preparé la ropa y, maldiciendo por lo bajo, voy como una bala a mi habitación, dejando a medias el desayuno. Bah, da igual, no tengo mucha hambre. Pero, cuando me planto delante del armario, recuerdo, horrorizada, una cosa.
-Mierda- se me escapa.
Estoy en una ciudad nueva- Barcelona, y yo soy de Madrid- y en un colegio nuevo- pijo, privado y, desgraciadamente, con uniforme-. Así que, ¿por qué molestarme?
Me pongo la camiseta- horrible, por cierto, con un águila en la que pone debajo "Colegio Privado Los Almendros"- una falda gris muy sosa, unas medias azul marino y un jersey- que pica un montón-. A mí, acostumbrada a camisetas guays (casi siempre de marca) y si no de moustaches y a mis bambas de marca de toda la vida (negras con tachuelas, todavía no se me han quedado pequeñas), se me cae el alma a los pies al mirarme al espejo- lo peor, mi alborotada melena pelirroja. Me la cepillo como puedo y me hago una simple trenza, que era el único peinado que me enseñó mi hermana.
Salgo corriendo del portal, al lado de TV3, y voy buscando, calle por calle, un colegio que se llame Los Almendros. Por supuesto, me pierdo, y consulto en mi reloj la hora: 8:45.
-Oh, no, las clases empiezan en un cuarto de hora- murmuro para mí misma.
Me acuerdo de que me había cogido el móvil por si acaso, y busco en Google Maps el colegio Los Almandros de Barcelona; me sale una calle que no he oído en mi vida.
No me hes difícil guiarme gracias al móvil, y cuando llego a la calle indicada me quedo sin aliento. Me encuentro frente a un edificio enorme, gris y..., no sé, triste, soso.
Muchos alumnos suben por sus grandes escaleras y yo, sin saber qué hacer, les sigo. Uno que va subiendo muy rápido y con prisa me da un empujón y se me cae el móvil. Una chica que le ve le dice:
-¡Eh, no le hagas eso!
Se acerca a mí y, para mi sorpresa, me dedica una amplia sonrisa.
-Hola, me llamo Mireia.
Mireia tiene el pelo rubio, unos grandes ojos azules y es más alta que yo.
-Ho-hola, yo me llamo Coral, pero puedes llamarme Cori.- le respondo, con un hilo de voz.
-Hola. ¿Eres nueva por aquí, verdad? No me suena averte visto nunca...
-Sí, me mudé aquí la semana pasada, porque en realidad soy de Madrid.
-Qué guay- su sonrisa se hace más amplia todavía.
-No, siempre tengo que mudarme por culpa del trabajo de mis padres y es un rollo.
-Pues no lo parece. La verdad es que más de una vez me gustaría salir de aquí e irme lejos, muy lejos, y dejar esta... mierda- dice mientras ve bajando el tono- de colegio.
Su comentario no me anima mucho, pero hace que esboce una especie de sonrisa. Pero, para peor, se hace un incómodo silencio que, por suerte, Mireia no tarda en romper:
-Bueno, es mejor que nos demos prisa si no quieres llegar tarde a clase el primer día.
Sí, es verdad, nos hemos quedado paradas estorbando en medio de las escaleras. Asiento y subimos lentamente, escalón por escalón. Nos metemos dentro del gran edificio. Tiene largos pasillos, enormes escaleras y muchísimas clases.
-Oye, ¿a qué clase vamos?- pregunto.
Mireia tarda en contestar.
-Los nuevos tenéis que ir a secretaría.
-¿Y dónde demonios está eso?
-Eh.., bajas aquellas escaleras de allí, giras a la derecha y todo recto... Me parece.
-Bueno, vale, probaré, gracias.

Cuando llego a la secretaría siguiendo las indicaciones de Mireia, veo que hay una profesora señalando a los alumnos sus clases. Cuando llega mi turno, me pregunta:
-Hola. ¿Cómo te llamas?
-Coral Cruz.
Se pone a hojear su larga lista de alumnos y ya, cuando llego a pensar que no tiene mi nombre, parece que se le enciende una bombilla en la cabeza cuando dice:
-Ah, sí, Coral, tienes que ir a cuarto de la ESO A.
-Vale, gracias.
Recorro el pasillo con la cabeza dándome vueltas, porque encima no está Mireia, que supongo que se lo sabrá mejor que yo, así que tengo que buscarlo por mí misma. En esto que estoy yo mirando los cartelitos de encima de las puertas cuando se acerca a mí una profesora, con un niño de infantil de la mano con todo el babi manchado de pintura y me pregunta:
-¿Qué clase buscas?
-Cuarto de la ESO A.
-Es arriba, tesoro. Al lado del despacho del director...- y al ver mi cara de deconcierto, reponde- Vamos, que al final del pasillo.
-Gracias.
Cuando llego, me llevo un buen susto. La profesora ya está sentada y los alumnos, sentados en sus sitios. Y lo peor es que yo entro canturreando la canción "Bombo", de Adelen, y la gente me mira con una cara de "esta es tonta". Sólo queda un sitio, al fondo del todo, al lado de Mireia y un chico un poco raro, que en lugar de escuchar a la profe está leyendo. Al entrar, la profesora interrumpe su explicación hasta que yo me siento. Me pongo entre Mireia y el chico ese. Cuelgo mi mochila de la silla y saco un estuche lleno de pins de sinsajos (vale, es verdad, me gusta leer, hasta reconozco que puedo llegar a ser toda una friki-fan cuando se trata de Los Juegos del Hambre), y saco un boli.
-Bien, como iba diciendo, hoy no daremos clase. Os explicaré algunas normas y os presentaré a los nuevos alumnos.- prosigue la profesora.- Coral y Vanessa, por favor, levantaos y poneos al lado de mi mesa. Cuando me levanto, veo que una chica alta, de pelo largo y ojos azules, supermaquillada, también se ha levantado. Lleva la falda un poco más baja de los muslos, pero fijo que cuando se sienta se le..., ejem... Ve todo.
-Bien, bueno, como acabo de decir, estas son Vanessa y Coral.
-Hola.- dice la tal Vanessa, con una voz dulce y aterciopelada.
-Ho-hola.- digo yo.
Después, la profesora ordena a los alumnos que vayan diciéndonos sus nombres, pero la verdad es que no me quedo con casi ninguno: Iván, Lucas, Jordi (Jorge, pero como estoy en Barcelona...), Martina, Élida, Rosa y por supuesto, Mireia
-Bien, ya podéis iros a vuestros asientos.
Cuando me siento, Mireia me susurra:
-Hola.
-Hola.- le contesto en el mismo tono.
-¿Nos ha tocado una buena profesora?
-¿Buena? ¿Madame Madeleine? Ni de coña.- me contesta.
- Genial, parece que tienes razón.
-Pues más vale que te vayas acostumbrando...
-Silencio, silencio. Bien, para la semana que viene os voy a mandar que me hagáis un proyecto del sistema solar en 3D, para aceros la clase de Conocimiento del Medio más divertida y amena. Pero si alguno no está muy bien trabajado o no está terminado, pondré un negativo a todo el grupo. Y recordad, como os he dicho al principio de la clase, mañana tendréis unos exámenes para que yo pueda ver vuestro nivel de Francés, Matemáticas, Lengua e Inglés.- maldita Madeleine, Mireia tiene razón...
Me giro para pedir a Mireia que venga conmigo, pero ella se precipita:
-¿Vienes conmigo, no?
-Claro, si no conozco a nadie más que a ti.- le digo mientras le sonrío. Su descaro me impresiona, pero a la vez me es reconfortante, y me hace sentir que ya tengo una buena amiga el primer día.
-Bien. Pero a ver en qué casa quedamos porque...
Apenas la escucho ya. Se me va la sonrisa de los labios cuando veo que Vanessa, la pobrecita que no tiene amigos, se queda sola y, como Iván también (el chico rarito), Madeleine les ha puesto juntos... Si que odio a esa Medeleine... ¡Espera! Eso no son celos, ¿no?

                                                      















domingo, 17 de noviembre de 2013

Personajes


 Bueno, pues aquí tenemos a los personajes de la "novela". Cada vez que vayan apareciendo más, iré añadiendo a los que pueda.

             
      





Nombre: Coral, pero la llaman Cori.
Edad: 15 años.
Descripción física: estatura media, gran melena pelirroja, ojos grises con manchas verdes, con pecas y un poco delgada.
Descripción psicológica: valiente, rebelde y fuerte, ya que ha pasado por muchas cosas, pero también divertida, cariñosa, decidida y a veces un poco cabezota.
Le gusta: la música (como Anna Kendrick, Clean bandit, One Republic, Bon Jovi (sobre todo it´s my life), Avril Lavigne, Paula Rojo, leer, los refrescos, la lluvia, actuar (pero nunca lo ha hecho en público) y el voley.


No le gusta: la gente que odia leer, los mix de algunas canciones que te ponen dolor de cabeza y son muy repetitivas y la gente demasiado maquillada y ligona.




















Nombre: Joana.
Edad: 23 años.
Descripción física: morena, ojos azules grisáceos, más o menos alta y un poco delgada, como su hermana.
Descripción psicológica: buena persona, a veces bastante tímida pero a la vez madura.
Le gusta: el rock, el country, cantar (se gana la vida cantando en un pub por la noche, donde conoció a su novio, que es camarero), la fotografía (bastante, aunque no tanto como a su hermana), diseñar ropa y el voley.
No le gusta: los pijos, que llueva, probarse ropa cuando va de compras y maquillarse (aunque en alguna
 foto salga maquillada, es que eran las que más se parecían a como me la imaginaba).

          




Nombre: Mireia.
Edad: 15 años.
Descripción física: melena corta, rubia, ojos azules y alta.
Descripción psicológica: divertida, risueña, extrovertida y siempre quiere sacarle el lado bueno a todo.
Le gusta: el voley, el cine, la música de Ellie Goulding y la ropa de marca, pero no se la puede permitir.
No le gusta: cuando la gente grita y se pone histérica, las canciones lentas
 (la ponen de los nervios) y la gente pija.



















Nombre: Iván.
Edad: 15 años.
Descripción física: alto, castaño claro, ojos verdes, una especie de flequillo y más o menos alto (para su edad).
Descripción psicológica: listo, tímido y misterioso, sin amigos, siempre solo.
Le gusta: leer, la música y el rugby.






Nombre: Vanessa.
Edad:15 años.
Descripción física: guapa, alta, rubia de pelo largo (lo siento, en la foto no es así) con ojos azules.
Descripción psicológica: pija, siempre quiere llamar la atención y destacar en todo, pero sus motivos tiene. Aún así, se comporta como si los demás no le importaran, ya que su único objetivo es ser un poco popular y, sobre todo, Iván.
Le gusta: el ballet, el patinaje artístico, la hípica, la moda, ligar e ir de compras.
No le gusta: que le lleven la contraria, que alguien esté más guapa que ella, repetir de ropa y leer (no le encuentra el sentido y le parece una pérdida de tiempo).